El "Día Internacional de la Mujer" celebrado el día 8 de Marzo y establecido por la ONU en 1975, nos recuerda que la situación de la mujer ha cambiado en Occidente desde el siglo XIX y especialmente de manera más drástica a partir de mediados del siglo pasado.
Hasta ese momento, se encontraba en una situación de inferioridad respecto al hombre y, mientras que el ámbito público estaba reservado a los varones, su papel quedaba limitado al cuidado del hogar. Desde entonces, las mujeres han ido consiguiendo, paulatinamente, valiosos avances en la adquisición de derechos.
En el caso de España, el culmen de dicha evolución se ve reflejado en el artículo 14 de la Constitución de 1978, donde se establece la igualdad de hombres y mujeres, entre otros.
En el caso de España, el culmen de dicha evolución se ve reflejado en el artículo 14 de la Constitución de 1978, donde se establece la igualdad de hombres y mujeres, entre otros.
A lo largo de estos últimos días, todos hemos sido testigos de las revueltas surgidas en el mundo árabe, donde contaban con una larga tradición de continuadas dictaduras. Es bien sabido, que el "status" social, político y jurídico de la mujer islámica era desolador, situación que se veía plasmada en la jurisprudencia islámica, en la cual la mujer se consideraba más como objeto de Derecho que como sujeto del mismo. La legislación de estos países respaldaban todas estas posturas sexistas, tal y como podemos apreciar analizando la Sharia o Ley islámica (encargada de definir las reglas del comportamiento social tradicional) puesto que otorga a la mujer un papel insignificante con respecto a la figura del hombre.
Como consecuencia inmediata, era de esperar que se produjese una reivindicación de igualdad en las incipientes democracias con el fin de poder equiparar así a ambos sexos en derechos y deberes.
Como consecuencia inmediata, era de esperar que se produjese una reivindicación de igualdad en las incipientes democracias con el fin de poder equiparar así a ambos sexos en derechos y deberes.
A pesar de que nunca haya existido ningún argumento capaz de justificar la prevalencia de un género por encima del otro, si atendemos a razones históricas se pone de manifiesto que tal diferenciación ha sido un hecho. Aunque la tenaz batalla femenina se haya visto recompensada de manera notable en este terreno, la lucha de las mujeres no ha hecho más que empezar y el camino que queda por recorrer es mucho más largo que el ya caminado.
Hoy día,que en nuestra sociedad la mujer sea concebida como lo es en la islámica, resulta impensable. En mi opinión, el resto del mundo debería ayudarlas a conseguir esa igualdad.
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